jueves, 16 de noviembre de 2017

Llegar a la política de Tuy


A la política de Tuy, como a la de cualquier población, se puede ir por varios motivos y se puede llegar, no importa desde dónde,  por distintos caminos, aunque no todos lícitos y democráticos.

En el pleno de la moción de censura, rico en matices y en referencias sobre actitudes y comportamientos personales, el exalcalde  Cabaleiro, en su intervención final, dijo, a modo de velada justificación y críptica explicación: “llegué a la política de Tuy por circunstancias políticas”. Podría haber añadido también que  llegó a la alcaldía por circunstancias políticas (de todos conocidas),  y que por circunstancias políticas (igualmente de público conocimiento) desanduvo el camino. Pero muy pocos conocen la referidas circunstancias políticas de su desembarco en la política tudense.

El punto de arranque  nace de una confluencia bipolar de intereses y ambiciones políticas personales compatibles, que redundaban en beneficio recíproco de ambos polos atractivos. Por una parte, estaba la figura de Luis  Gómez Piña, concejal del ayuntamiento de la Cañiza, diputado autonómico y  secretario de organización del PSOE de la provincia de Pontevedra, que aspiraba a ser secretario provincial, cargo ocupado en ese momento por Modesto Pose (que gozaba del apoyo del comité local del PSOE de Tuy), y que suponía una envidiable plataforma-trampolín  para ser elegido candidato a diputado en las Cortes Generales. Por la  otra,  “Kiko Cabaleiro”,  concejal de Medio Ambiente en el ayuntamiento de  Salceda de Caselas, sin posibilidad a la vista de llegar a ser un día  regidor de su propio municipio, dignidad que desempeñaba su colega de corporación Marcos Besada, que debió vislumbrar que, al mudar su residencia a Tuy, podría, sin embargo, serlo de esta milenaria ciudad.



Como resultado de la simbiótica sinergia política, Gómez Piña-Kiko Cabaleiro, deseoso el primero de disolver el adverso comité  tudense, presidido por Manuel Pérez Freiría (Manoli), portavoz en la Corporación Local, que obstaculizaba su carrera, envío al gran capitán, Kiko Cabaleiro, al feudo de la antigua capital del reino de Galicia con  la taimada misión de liquidarlo bajo el pretexto de que la relación entre los miembros era mala. El gran capitán, acompañado de su mentor Gómez Piña, convoca a los miembros del referido comité en el restaurante Cruceiro do Monte, lugar al que acudieron alrededor de seis personas del total de llamados; contándose entre los ausentes, por descuidada e inocente providencia en el establecimiento de la fecha,  el propio secretario-presidente Manoli, que se encontraba en Centroeuropa al frente de una embajada portuguesa de piragüismo de aguas bravas. En esa reunión Gómez Piña advierte de la necesidad de nombrar un nuevo presidente-secretario, que no iba a ser otro que su apadrinado; al tiempo que, con tal fin, convoca a la militancia y simpatizantes  para otra asamblea en el salón de actos de la UNED. El nuevo concilio, al que asisten cuarenta y tantas personas, comienza con la puesta en escena de Gómez Piña, que traía en la cartera el “transfer” del fichaje, y Kiko Cabaleiro en la mesa presidencial. De inmediato el secretario de organización del partido declara unilateralmente la disolución de la agrupación del PSOE de Tuy, lo cual comporta la anulación del derecho de voto de los hasta ese momento miembros de la misma, aunque no el de opinión, y decreta el nombramiento del oriundo que le acompañaba. Más tarde, el nuevo secretario-presidente del comité del PSOE tudense, investido de plenos poderes, incluso con la facultad de reserva sobre el derecho de admisión de las solicitudes de afiliación locales, nombraría a su  particular guardia pretoriana.

Queda manifiestamente demostrado que Kiko Cabaleiro, cual desconocido mesías venido providencialmente del espacio exterior, entra en la política de Tuy,  para oprobio y sonrojo de golpistas, a lomos de una democracia inmaculada, para, desde la altura ético-moral de su noble y blanca cabalgadura, en aseada armonía con  su franca y limpia mirada, predicar ejemplaridad procedimental y colmarnos de bienes y logros. Del estilo y envergadura de los populistas "Antes y Después" (lo que el colectivo NON a moción "definía" como "facer cousas"). Lástima que haya sido la Democracia la que lo ha crucificado.

 

                             José Antonio Quiroga Quiroga

 

 

martes, 7 de noviembre de 2017

Levada Libre y de la Cruz


La asociación Levada Libre, constituida, fundamentalmente, para la recuperación de la memoria de los tudenses fusilados en el verano de 1936, ha respondido, junto con los alcaldes de Porriño, Salceda y el exalcalde de Tuy, con  declaraciones de rechazo al reprobable acto vandálico perpetrado en el monolito en recuerdo y honor  a nueve vecinos asesinados en Volta da Moura (Guillarei-Tuy). Pero no todas afortunadas, incluso alguna un tanto insidiosa  como que el olivo que se plantó en agosto (uno de los peores meses del año a tal fin) con ocasión de la inauguración del monumento “se ha secado por motivos que no queremos revelar”; no vaya a ser que ….? Resulta que Levada Libre, “que  mana con espírito curioso, lonxe dos encoros que pretenden deter o curso do  seu caudal”, construye sus propios diques maliciosos de contención. Bien podría dicha asociación, aportar pruebas demostrativas de lo que, intencionadamente, deja a la libre imaginación  de la ciudadanía,  mediante informe pericial de la/s causas por las que el olivo se ha secado, ya que dispone en sus filas de dos peritos agrónomos. Pero es mejor dejarlo así, igual se descubre una verdad  que la sociedad, todavía inmadura, no podría asimilar. Sin embargo, pese a la falta de pruebas, no se oculta la motivación ni se duda de ella  afirmando que el acto vandálico ha sido cometido por odio (hipótesis probable), cuando podría deberse a un acto, por lo demás frecuente, de vandalismo gamberro indiscriminado; a la mera implantación territorialmente intrusiva del propio monolito; a su manifiesta fealdad y mala calidad escultórica;  a que se trata de un indeseado y molesto recordatorio de los fusilamientos; al subyacente espíritu  antirrepublicano; o a quién sabe qué otras causas.
“No respetan ni las piedras que recuerdan a los asesinados”, declara entre solemne y apocalíptico (no quedó piedra sobre piedra) el que parece abanderar la azarosa cruzada de Levada Libre. ¿Acaso dichas piedras no son el soporte material de la memoria de los fusilados y parte esencial del monolito?.  O quizá  la connotación de permanencia eterna consustancial a la piedra hace más grave, más violento y más irreverente el atentado? Tampoco son en absoluto inocentes, además de imprudentes, si no incendiarias (nunca faltan pirómanos sociales en las filas de la política),  las palabras de la alcaldesa de O Porriño,  del alcalde de Salceda y del  exalcalde de Tuy, Enrique Cabaleiro, que coincidieron en afirmar, tan gratuitamente como poco creíble, que “el hilo conductor de este tipo de vandalismo es el odio (delito de odio, remachó, la avispada jurista, García de la Torre, alcaldesa de O Porriño).  Menos mal,  que la acotación final de que “no podemos extrapolar esto al conjunto de la sociedad” (a riesgo de quedarse solos, claro), nos ha rescatado a una mayoría si no a todos de entre los acusados. Gracias, pues, por el impagable servicio, noble dama y cabaleiros parlantes desfacedores de entuertos de propia creación.
Al objeto de dejar (para la posteridad) testimonio físico del “odio” descargado sobre el monolito, aunque tampoco es descartable que,  consciente o inconsciente, exista voluntad de provocación, y en resarcimiento de la afrenta,  se mantendrá el dañado, tal cual quedó después del atentado, se construirá uno nuevo, y se plantarán tres olivos, que se pedirán “a los alcaldes de Salceda y O Porriño, pero no al de Tuy” explicó, con las conexiones neuronales perceptiblemente desordenadas, el cruzado de mayor protagonismo.  Cabe suponer, pues, que al de Tuy no se le pedirá porque se trata de un “golpista” (heredero de los capitaneados por Franco), aunque, en todo caso, de éxito, a diferencia de los dos pretendidos “golpistas” fracasados  del disgregado cuatripartito, como quedó de manifiesto  en las palabras de despedida del exalcalde Cabaleiro en pleno de la moción de censura, al trazar un obsceno paralelismo  entre  los promotores de la moción  y los golpistas que bombardearon el palacio que ocupaba Allende.

Posado promocional de rigor, muy a la moda, del equipo A.
                          


La presencia del señor Cabaleiro como agente de Levada Libre carece de  justificación, por cuanto que no es miembro de dicha asociación, y porque, como exalcalde, carece de competencia para aportar un olivo en representación del Ayuntamiento del que ahora es simple concejal en la oposición. La  razón espuria  de su participación es la de darle respaldo político  promocionando su imagen, y dar a entender que Levada Libre, apartándose indebidamente de sus fines estatutarios, no reconoce al señor Padín como alcalde de Tuy, lo cual significa que esta asociación demuestra  nulo respeto por las reglas democráticas, al tiempo que inflige un feo desaire de reprobación al regidor; ofensa que, en cuanto representados, es extensiva a los todos los tudenses. Tampoco está justificada la del alcalde de Salceda, excompañero político de Gobierno del ahora exalcalde de Tuy, como igualmente no lo estaría  la alcaldesa del limítrofe municipio de  Tomiño, pero sí es procedente la de la alcaldesa de O Porriño al ser todos los asesinados de este ayuntamiento. De ahí el capricho de plantar tres olivos, procedentes de los tres ayuntamientos citados, en lugar de dos.
Si califico de hipotéticamente probable la afirmación, ya que no hay certeza conocida alguna,  de que el odio es el motivo del atentado (poco destrozo ha sido para ser obra del odio),  es porque el monumento a los represaliados, colocado en los jardines de la alameda tudense con el beneplácito y autorización del entonces  alcalde del PP, Antonio Rocha, permanece intacto desde su inauguración,  hace ya más de quince años.
 Perversamente ridícula resulta la  idea de colocar un  buzón o hucha catártica, o  de los improperios,  al lado del monolito roto, para recoger insultos y otros comentarios, con el supuesto objetivo de ofrecer una opción no vandálica de descarga del “odio”. Y de paso, medir, por extrapolación, mediante esta singular extracción, cuánta inquina larvada existe en la sociedad, para quizá luego dar cuenta del  resultado a la opinión pública con el bienaventurado propósito de fomentar la concordia en la comarca.
 “A su terquedad de odio nosotros contestaremos con terquedad de amor, y a tercos no nos gana nadie”, replica retador y ufano el cruzado mayor de la cofradía, al creerse, al menos, campeón en algo, si bien en nada que una persona razonable pueda  exhibir como motivo de orgullo, que no sea en obstinadas cerrazones y absurdas porfías. Las terquedades, por impertinentes y cansinas, no son deseables ni bienvenidas siquiera en el amor. Y nada tan pobre de argumentos como el de darse gratuitamente por desafiado para tratar cargarse de razón.
Considero absolutamente  respetable y merecedora de defensa la memoria histórica y su ley, y todo símbolo alusivo a la misma, pero también censurable  el uso partidario de un acto de barbarie, de autoría y motivación inciertas, para respaldo del exalcalde y afrentosa reprobación del actual, así como la frívola instrumentalización de lo sucedido, montando un tingladillo cómico-dramático para proyección de protagonismos personales  en el que mostrarse, nada más lejos de la realidad, como  intrépidos y trascendentes actores sociales, depositarios de las más admirables virtudes épicas y democráticas.
 
                       José Antonio Quiroga Quiroga