domingo, 29 de diciembre de 2013

Mensaje de Navidad


                

La gente de bien adora los belenes de figuritas de barro. A mí, como adulto, no me dicen nada, pero sí y mucho los incontables belenes permanentes del vasto mundo de la pobreza. Y no me regocija en absoluto tan triste estampa. De las religiones aceptaría la labor balsámica de confortar a las almas desvalidas si no fuese porque su tutela trata de mantenernos en estado de dependencia espiritual de por vida con angelicales nanas.

La breve y volátil dicha navideña es una felicidad soñada ante el acechante desamparo, e inducida por el etéreo consuelo del nacimiento del Redentor. Pero la verdadera protección que la humanidad siente, toca y valora   es la del grupo familiar como garantía de sustento, rubricada y festejada en el altar de una mesa surtida y abundante en alimentos. Tras el consumo compulsivo de estas fechas se esconde el deseo de ahuyentar el ancestral fantasma de la pobreza y el hambre. A sentirnos dichosos por tener cobijo y reconfortante calor de hogar contribuye la tradicional y entrañable escenografía del frío, evocadora de la inclemencia de la intemperie, la blanca navidad, más blanca por la nieve que por la pureza de sentimientos, pues los canallas también celebran la Navidad. Esto es el espíritu de la Navidad, la autocompasión proyectada sobre los demás que nos lleva a ser caritativos con nuestro semejantes.

Aborrezco el repertorio de cantinelas estupefaciente político-religiosas al uso, del que participan cogidos de la mano ambos poderes, muy especialmente la política de derechas, al que pertenece la recomendación final para ser felices por Navidad de César Vidal, columnista del diario La Razón, recogida en su artículo, “Felices Fiestas”, página 2, publicado el 26/12/2013, que reza literalmente así: “ De gracias a Dios, sí, lo que acaba de leer, porque si el trabajo no es malo al menos tiene un empleo, y si está desempleado, al menos tiene salud y una familia; y si está solo y enfermo, los hay que se encuentran en peor situación o incluso se han muerto. Además, aunque cueste creerlo, Él lo está llamando y desea su felicidad. Nada más. Que Dios nos bendiga”.

Tiempos de predicadores los de precariedad generalizada. De pastores encargados de aplacar la frustración y descontento de las masas con sus gobernantes derivando hacia el cielo la mirada en demanda de solución a sus problemas.  
 
                               José Antonio Quiroga Quiroga

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Sístole de Navidad, diástole de Año Nuevo.


         Por Navidad, el universo de entes divinos y santidades que configuran  la esfera celestial, se contrae en sobrenatural sístole de acercamiento a los mortales de la tierra. Este cíclico beatífico latido genera en todo el orbe cristiano una densa atmósfera de recogimiento trascendente cuya poderosa mística extrae del  alma humana un agridulce destilado de bondad, soledad y desamparo.

         En estos días de blanda perfección y entrañable felicidad, con las estrellas al alcance de la mano, se abren los corazones, reina la indulgencia, brota la fraternidad, y se establece la concordia en forma de felicitaciones y cálidos apretones de manos. Tras la maceración de los sentidos en delicadas fragancias de diseño y sinfonía repostera de turrones, confituras, frutas escarchadas y licores, los tiernos sentimientos cristalizan armoniosamente en la dulzura bajo la suave luz de constelaciones de millones de bombillas y candorosa melodía de villancicos para componer la postal navideña.

         Esta angelical espiritualidad de carta nevada y azúcar glasé, resultado de la hermosa contrición cardíaca de las personas de buena voluntad, a ratos triste, no tarda en ser desplazada por el empuje de la irrefrenable mística pagana, de naturaleza gaseosa, al desencadenarse una contra atmósfera de vaporosa alegría e incontenible fuerza expansiva, generada por la fermentación del exceso de azúcares y  de burbujas de carbónico ingeridos, cuyo “Big Bang” de júbilo, potenciado por la explosión simultánea de innumerables cohetes y detonación de botellas de champagne, tiene lugar, exactamente, con las campanadas que anuncian  la última pulsación del año.

El mundo terrenal, en su rítmico palpitar, alimenta indefectiblemente sus dos necesidades esenciales, las del espíritu y las de la carne. Al igual que el universo,  del que formamos parte, que se expande, nuestro mundo tiende al desahogo.

 

 

                                 José Antonio Quiroga Quiroga

 

 

 

 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Feísmo municipal


 

Las intervenciones municipales en Tuy en materia de urbanismo y arquitectura distan mucho de reunir méritos como para optar a algún premio de ordenación del territorio o, siquiera, para participar en bienales de arquitectura, como, por ejemplo, la recuperación ambiental de la fortaleza y playa fluvial de Goián en Tomiño, o la muy celebrada actuación urbanística en Allaríz. Si existiesen galardones negativos por realizaciones desastrosas, al estilo, premio “Cenutrio” (Farmaindustria) o “Sombra” (ecología), en  materia tan sensible como el paisaje urbano, la política constructiva municipal llevada a cabo en Tuy bajo las siglas PP conseguiría varios de ellos. El feísmo municipal, a diferencia del edificatorio del rural gallego de obras sin terminar por falta de dinero, responde a la falta de sensibilidad y preocupación de los gobernantes por el medio ambiente, para quienes el territorio solo tiene valor como mero soporte físico susceptible de explotación discrecional, sin importarles la belleza o los valores ambientales.

Para muestra, otro botón; el nuevo pabellón de deportes, de diseño cutre al genuino estilo de las primeras y elementales naves industriales, emergiendo abruptamente en la panorámica de  jardín y campiña que se ofrece a la vista desde la visitada glorieta de Vigo.

 

 
 
 

La presencia de esta desmadrada construcción, de imagen fabril de color gris cemento, burdo contenedor de prácticas deportivas, en el mismo borde delimitador del recinto del casco histórico, es francamente, perturbadora.  Y viene a sumarse, significativamente, a otras fuera de escala (hoy ocultas por árboles), impropias todas ellas de un área de clara vocación residencial de vivienda unifamiliar. Cuando no rige más criterio que el utilitarista de dotar de equipamiento donde haya espacio disponible, porque, dada la baja cualificación de nuestros corporativos, no cabe esperar mayores consideraciones, la belleza y armonía de nuestro singular enclave corre serio peligro. Por la incompetente manera de actuar de nuestros gobiernos municipales con respecto a los “excepcionales valores ambientales”, según recoge  el Decreto que declara a Tuy “Conjunto Histórico- Artístico” diría que desconocen que dicha  declaración incluye la cualidad de “Conjunto Pintoresco”. Si bien,  a la vista de los nefastos resultados para el entorno, para pintorescos, los referidos munícipes.  

Tanto si reparamos en la evolución de los ayuntamientos vecinos, como si hacemos abstracción de su desenvolvimiento, cabe preguntarse, qué particular beneficio han reportado a Tuy las “insignes y escogidas” corporaciones de los últimos veinte años.

 

 

                                           José Antonio Quiroga Quiroga

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

martes, 29 de octubre de 2013

¡Lo qué hay que oír! señor Gabilondo


Esta vez no me ha gustado nada, mejor dicho, me ha molestado mucho la “Voz de Iñaki”. No pude dar crédito a mis oídos al escuchar el cotidiano “speech”, del señor Gabilondo, “Aunque no guste oírlo”. Un discurso semánticamente tramposo, de sutil intencionalidad partidaria, basado en atribuir gratuitamente a los indignados  por el fallo judicial del Tribunal de Estrasburgo la pretensión de querer dirigir la política de este país.

Comienza astutamente, preparando el terreno que predispone al asentimiento de la audiencia, cimentándolo con un hipnótico artículo de fe: “Hay verdades que a las víctimas  no les gusta oír”; si bien, antes de descargar el varapalo, se muestra condescendiente aplicando balsámicas palabras de apoyo al reclamar toda la generosidad del Estado para con las  familias de las víctimas, incluso el prohijamiento de los hijos de éstas y,  como lenitivo genérico,  nos declara a todos culpables de habernos olvidado de ellas.  ¿Cuáles son esas verdades que no  gusta oír?: “que el dolor, por muy grande que sea, no les da especial derecho para dirigir la política de este país, para dirigir la política antiterrorista, la penitenciaria y la justicia”. “Tampoco les compete el cómo se administra la justicia, porque su dolor les implica de manera tan absoluta que la justicia democrática les aparta por falta de imparcialidad”. Para mejor entendimiento, se apoya, fraudulentamente, el señor Gabilondo,  en escenas cinematográficas en las que miembros del jurado son excluidos por existir vínculos de parentesco o afectivos con los reos, como si representantes de las familias de las víctimas  aspirasen a integrar  un jurado popular legalmente constituido.  Por la misma razón les niega el derecho a reclamar, y presupone, a favor de su argumentación, que nunca serán suficientes las penas para las víctimas.

El grave alcance de las palabras del señor Gabilondo se aprecia en toda su magnitud trasladando su peculiar punto de vista a otras situaciones sociales. Por ejemplo, a las manifestaciones de protesta  de docentes y estudiantes en contra de la ley Wert de educación se les podría acusar de pretender  dirigir la política educativa de España. A las quejas de los explotados en el trabajo que no les compete dirigir la política laboral. A los desempleados de tratar de alterar la política de empleo. A las víctimas de desahucios de tratar de  cambiar la política hipotecaria. A los manifestantes en defensa de la sanidad pública de dirigir la política sanitaria, etc, etc, etc. No se atreve, claro, a decir lo mismo de los sindicatos. Como con nuestro voto hemos delegado la administración de la nación en los políticos elegidos, hasta nueva convocatoria a las urnas, a la población, a los contribuyentes,  no le asiste, pues, más derecho que el de estar callados, ni siquiera el reconocido de libertad de manifestación. Esta defensa de la democracia vertical, en contraposición a la democracia participativa que escucha al pueblo, le descalifica como gurú socio-político señor Gabilondo.
 
En este asunto del terrorismo podría llegar a entender, señor Gabilondo, que  por superior razón de estado, todos los gobiernos habidos hasta hoy, salvo el  de Adolfo Suárez, hayan negociado con ETA la reducción de penas, entre otros extremos, con la esperanza de alcanzar la paz y así evitar más muertes a costa del sacrificio de las víctimas directas y de sus familias, pero no acepto que les niegue el derecho a manifestar su frustración, como tampoco la endémica costumbre, propia de predicadores familiarizados con el manejo del pecado original, de meter en el saco de culpables a todo el mundo, y el recurrente mantra “porque es verdad” con el que trata de apuntalar de veracidad su fraudulenta alocución.

Aunque no guste  oírlo, señor Gabilondo, es burdo ejercicio de prostitución de los principios democráticos en favor de para quien trabaja.
NOTA: El video, de la Voz de Iñaki, "Lo que no gusta oír" está disponible en el diario digital de El País, de 28/10/2013.

                                              José Antonio Quiroga Quiroga

sábado, 26 de octubre de 2013

Crimen y castigo proporcional.


 

No discutiré la legitimidad legal del fallo del Tribunal de Estrasburgo que deroga la doctrina Parot y, consecuentemente, ordena  la excarcelación de etarras o cualesquiera otros criminales que hayan cumplido el tiempo de reclusión impuesto, ni la obligación de acatar  tal fallo.  Como tampoco que la Justicia (legal) es del Estado y no de las víctimas (pero sí la moral), como aclara, para llenarse de razón, Xosé Luis Barreiro Rivas en “Cómo abordar el fin de la doctrina Parot”, además de recomendarnos que nos liberemos del problema de sentimentalismos y entendamos que “el hecho de salir de la cárcel es igual de justo que el de entrar”. Formulaciones éstas sumamente sencillas y simples, pues los lectores no alcanzamos a más. Pero sí cuestiono la utilización sesgada del artículo 25.2 de la Constitución española por el antes referido e Ignacio Escolar: “Doctrina Parot: la justicia no es venganza”, así como la acusación dirigida a las familias de las víctimas  de falta de compasión por “perturbación mental” de Elvira Lindo, en su artículo, “No hay otra”, en el que se echa en falta la aplicación de reciprocidad de dichas acusaciones a los asesinos; todo ello bajo el amparo de particulares aplicaciones de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH).

Los redactores de la DUDH tomaron el sano criterio de no definir qué son los derechos humanos, y menos cuál es su justificación o naturaleza, concentrándose a elaborar un texto destinado a protegerlos. Como dijo Jacques Maritain, Presidente de una comisión nombrada por la UNESCO de apoyo a los redactores políticos, “estamos de acuerdo en todo, a condición de que no se nos pregunte por qué”.

Como limitación a la soberanía de los estados, en evitación de bárbaras extralimitaciones punitivas, la DUDH es un texto muy importante para la humanidad, pero entraña el riesgo de ser tomado como sagrado y, en consecuencia, aplicable literalmente a toda persona responsable de actos castigables al margen del alcance de los mismos.

Entiendo que la finalidad primera de la privación de libertad no es la reinserción,  sino el apartamiento de la sociedad de quienes atentan o perturban la normal y pacífica convivencia.  Y que la reclusión, no solo contemplada como castigo sino como prevención de comisión de  nuevos crímenes, debe ser proporcional al daño causado. Como también que la proporcionalidad desaparece al establecerse un número máximo de años al margen de la magnitud de la atrocidad cometida. Se dice que hoy día, y si no es hoy lo será mañana, es posible adquirir en el mercado negro de venta de armas, propicio para terroristas, una bomba nuclear de bolsillo, que arrojada en una ciudad grande podría matar, p.e. cinco millones de habitantes. ¿Quedaríamos conformes con que la pena a tal magnicidio se purgase con un máximo, sin descontar los beneficios penitenciarios, de treinta años? Una cosa está clara,  los muertos no tienen oportunidad de acogerse siquiera al dudoso beneficio que le pueda reportar el pasaporte a la eternidad.

Considero engañosa, si no perversa, la afirmación  que “la cárcel tiene como objetivo la reinserción y no la venganza”, confrontando conceptos alejados de la finalidad de la pena de reclusión, para justificar  de manera indiscriminada la reducción de penas por motivos humanitarios. El que las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social del recluso, como reza el artículo 25.2 de la Constitución, no debe llevarnos a identificar la pena impuesta en términos de tiempo de cárcel con tiempo necesario para la reinserción, lo cual conduciría a reconocer castigo y reinserción como un misma cosa. Si así fuese, no estamos libres de que algún día se pronunciase el estrambótico fallo judicial de condenar a un criminal a la pena de reinserción de veinte años. Para entrar en materia a este respecto formulo las siguientes preguntas: ¿Se imparten sesiones sobre reinserción a terroristas en prisión? ¿Son aceptadas? ¿Con qué contrastado provecho? ¿Cómo se está seguro de que un terrorista está arrepentido de por vida?  A propósito de la probabilidad de reinserción de terroristas cito la frase, cuya autoría atribuyo, sin asegurarlo, a Pío Baroja, referida a ciertos fanatismos de corte nacionalista: “lo que entra irracionalmente, que no se espere que salga recurriendo a la racionalidad”.

Solo la cadena perpetua resuelve el espinoso asunto de la proporcionalidad del castigo, a la vez que respeta el derecho a la vida. He aquí unos datos dirigidos a los que se escandalizan ante la pena indefinida y a aquellos que rinden reverencial pleitesía a todo lo que lleva marchamo europeo. En la casi totalidad de los países europeos existe la cadena perpetua, aunque revisable, a partir de cierto número de años, cuyo monto varía según la nación. Revisable, sí,  pero ahí está dicha pena que no renuncia a su imponente nombre por su potencial utilidad en casos excepcionales. No cito, por sabido, a los EEUU, el país más democrático del mundo, en el que se encuentra la sede de Las Naciones Unidas, organismo donde se aprobó la DUDH. En Francia la cadena perpetua se impone en condiciones excepcionales y por delitos excepcionales: 519 reos se encontraban en prisión por esta pena en octubre de 2010; aunque, en realidad, solo cuatro pedófilos reincidentes están seguros de no salir con vida de entre rejas, a los que se le aplicó la llamada “perpetuidad incomprensible. También se  destina a los actos de terrorismo destinados a ocasionar masivamente la muerte y la destrucción. El 13 % de la población carcelaria en Inglaterra y Gales cumple cadena perpetua, a la espera que las autoridades establezcan que ya no son un peligro. En Italia 1.430 cumplen la misma condena. Y en Alemania contemplan la cadena perpetua revisable en casos de robo con agravante de muerte de la víctima.

La inapelable justicia cósmica, orden cósmico si así se prefiere llamarla, no obedece a ningún convencionalismo sino al determinante y exclusivo juego de fuerzas, y nosotros como parte integrante del universo estamos abocados irremisiblemente a seguir sus dictados. Hoy el clamor popular de un ingente número de “perturbados mentales”, a tenor de las lindezas de doña Elvira Lindo, es una fuerza con poder bastante para acabar imponiéndose en el orden social, aunque de acción retardada por la superior fuerza momentánea del Estado de Derecho.

 

 

                                  José Antonio Quiroga Quiroga

 

 

 

 

 

martes, 22 de octubre de 2013

El silencio de los pastores


La crisis económica es un lobo implacable que se está ensañando con la abatida masa de parados que caen como moscas. Pero las instituciones que nos pastorean: políticas, religiosas y de la información, guardan  silencio de muerte.

En el partido judicial de Tuy, que comprende los ayuntamientos de Tomiño, El Rosal, La Guardia y Oia, las estadísticas de suicidios, registradas en el juzgado nº 3 de dicha ciudad, desde que se consolidó la crisis en España, arrojan la escalofriante cifra media de dos a la semana; y superior registro en cuanto a separaciones matrimoniales. El mayor índice por edad se centra en la horquilla comprendida entre cuarenta y cinco  y cincuenta y siete años. Hace poco, un señor de Badajoz se precipitó a tierra desde la vía del tren del viejo puente internacional que une Tuy con Valença do Minho. Pero la prensa provincial ha callado la trágica noticia siguiendo las instrucciones dadas por el Gobierno de la nación sobre esta casuística. Al personal que trabaja en los juzgados  le está prohibido también ofrecer información sobre este dramático particular.

No quiero imaginar el fúnebre resultado de  extrapolar a toda Galicia la aterradora media de suicidios  en el Baixo Miño, y mucho menos el correspondiente al territorio nacional. No me anima a ello siquiera las triunfalistas declaraciones del señor Feijoo, presidente de la Xunta, que afirman que la economía de la comunidad autónoma gallega es la más solvente de España. 

Desde siempre, las instituciones, tan condescendientes en ocasiones desde su elevado estatus, mayormente las religiosas, no importa el credo, jamás le han reconocido al pueblo mayoría de edad para ser partícipe de la verdad. La trascendencia de su balsámica misión de procurar bienestar a las gentes les legitima para, bajo su superior criterio, ocultar o disfrazar todo aquello que a la frágil e infantil alma popular podría causarle traumas de insospechado perjuicio social. Sin embargo, nuestra falta de madurez intelectual y emocional, necesitada de tutela vitalicia cuales niños, no nos redime ni exime de la prosaica responsabilidad de trabajar todos los días y  de apechugar con las sanciones y penas administrativas que permanentemente nos amenazan.

Me alarmé al oírle decir al ministro de Hacienda, señor Montoro, que en esta travesía de la crisis ya se ve luz al final del túnel, pues pensé que se trataba de esa luz que dicen que se ve cuando se está en el trance de morir.

 

 

                                            José Antonio Quiroga Quiroga

jueves, 17 de octubre de 2013

El respeto como trinchera


 

¡Me estás faltando al respeto! replicó, incómodo y a modo de advertencia, un destacado miembro de la Cofradía San Telmo de Tuy  al ser preguntado si, tras la reunión de urgencia que dicha cofradía había celebrado ante la proximidad de la mancha de fuel  del Prestige  a la costa de La Guardia y el riesgo de extenderse por el río Miño, se esperaba acaso que el santo obrase el milagro de desviar  el chapapote de su trayectoria prevista y arribase entonces a la costa portuguesa. 

Es recurso muy socorrido zanjar debates que atañen a juicios o creencias personales apelando al respeto a las ideas propias ante la incapacidad argumental que justifique su sostenimiento.  Atendiendo a la definición académica de respeto: “Veneración, acatamiento que se hace a uno. Miramiento, consideración, deferencia” y a las acepciones que de ella se derivan, fundamentalmente: reconocimiento de la autonomía y derechos del individuo, queda claro que el respeto,  donde no opera la obediencia a la superioridad jerárquica,  se debe exclusivamente a las personas y a sus conductas, siempre que éstas no amenacen o lesionen derechos de terceros, pero en absoluto a sus ideas y doctrinas, cualesquiera que sean, en cuanto que son susceptibles de ser puestas en tela de juicio, razonadas y discutidas.

Hace poco, representantes de los trabajadores del Ayuntamiento de Tuy, reclamaron  de los grupos de la oposición municipal, a través de nota pública, respeto para el colectivo de funcionarios y contratados por haber debatido en pleno sus condiciones laborales, y considerar que  gozaban de ciertos  privilegios. Si no ha habido descalificaciones, y de la nota no se desprende que haya habido agravios, no cabe hablar de respeto en cuanto que  lo público soporta la servidumbre de estar sometido a crítica. Sin embargo, son perfectamente legítimos y saludables la  discrepancia de criterios y el contraste de pareceres entre las partes, trabajadores y partidos políticos, incluso   la formulación de quejas. Con la opaca invocación al respeto ¿pretenden, acaso, los servidores públicos blindarse al análisis y fiscalización de su actividad por parte de los representantes legales de los contribuyentes?

 “El respetable”, denominación coloquial con que se refiere el público que acude a un espectáculo, debe su origen no precisamente porque se haya ganado tal sobrenombre por sus juiciosas y fundamentadas opiniones, sino  simplemente porque  paga. Y al que paga por un servicio le asiste el derecho de criticar y  exigir.

La palabra respeto, concepto convencional a la vez que subjetivo, encierra todavía resonancias graves, casi sagradas, de cuando en origen representaba un umbral imponente cuyo traspaso podía significar la muerte del transgresor. Y, aunque  hoy día ha perdido solemnidad reverencial, la formalidad remanente resulta código útil a personas de exacerbada cuando no impostada dignidad para, cuando la razón no les asiste, cargarse de ella valiéndose de la ofensa  infligida  por la pretendida falta de respeto.
 
 
                                               José Antonio Quiroga Quiroga

 

 

sábado, 5 de octubre de 2013

Fea Panorámica


 

La modernidad no ha  deparado a Tuy más que vulgaridad urbanística y fealdad arquitectónica. Esta imparable barbarie plebeya, intrínsecamente política, que solo se detiene ante la arquitectura religiosa, está arruinando irremisiblemente el singular encanto y belleza que el enclave paisajístico y el casco histórico confieren a esta ciudad. El deterioro ambiental por acción y omisión está copando, de manera salpicada pero progresiva, la escena urbana. A fuerza de costumbre, lo grosero avanza imperceptiblemente  para la mayoría.

     De entre las numerosas construcciones de desafortunado impacto, demasiadas ya para una pequeña ciudad como para que no se resientan sus señas de identidad, valga como patrón de actuación las obras de rehabilitación y ampliación emprendidas por la Xunta de Galicia que convirtieron el edificio que anteriormente acogía el Instituto San Paio  en lo que hoy se denomina Área Panorámica.

 
 
 

 











            ¿Puede entenderse que el edificio de estilo neogótico, cuya primera piedra ha sido colocada el dos de junio de 1902,  que fue hospital de Tuy, posteriormente Instituto Laboral y de Enseñanza Media, y, finalmente, pomposa Área Panorámica, de penosa vista y pintoresco significado, no esté catalogado y carezca de protección urbanística alguna? ¿Máxime si molinos y hórreos, de más de cien años, gozan de protección integral y  radio de protección ambiental de 50 m a su alrededor?  ¿Y qué decir, si se toma como referencia comparativa la capilla de San Fins de Rebordans,  recogida en el PXOM (Plan Xeral de Protección Municipal) como patrimonio arquitectónico con  grados de protección D y F (se nota la mano del santo), construida no hace más de tres décadas, y cuyos faldones de cubierta, rematados con pizarra,  son forjados de hormigón que vuelan cual vivienda unifamiliar contemporánea? Para mayor infortunio,  tampoco dispone de  protección celestial por no ser arquitectura religiosa, aunque albergaba una capilla que las mencionadas obras de rehabilitación y ampliación no respetaron a pesar de existir cláusula documental de transmisión patrimonial que obligaba a su conservación.

 

 

                                       Capilla de San Fins de Rebordans
 

 
               Creo no equivocarme si achaco la desconsideración arquitectónica, que posibilitó el atentado cometido y que deja desprotegido el edificio, a la expresa voluntad de la Xunta de Galicia, propietaria del mismo, de tener las manos libres para hacer y deshacer a su impertinente antojo.

Está demostrado que la Administración, lejos de ser garantía de justo y correcto quehacer, es el mayor agente transgresor en cualquier ámbito de su actuación pública, y con el descaro propio que solo la insensibilidad e impunidad  proporcionan.

El atentado arquitectónico infligido al elegante edificio del antiguo hospital de Tuy, de proporcionada planta rectangular y dos patios interiores, no se limita únicamente  la inadmisible,  voluminosa y mal disimulada chepa que asoma, cual vergonzante anomalía física, sobre la armónica y discreta cubierta a cuatro aguas.  El nuevo  cuerpo de  ampliación que se proyecta hacia un espacio de amplia perspectiva,

 

Edificio del antiguo hospital de Tuy
 

 
destinado a ser más importante que la calle a la que da la fachada principal del edificio, además de no atenerse al principio de diferenciación formal, cuando se trata de inmuebles de marcado carácter e importancia, por respeto a la composición y estilo de la obra original y  al objeto de dejar clara constancia de las épocas constructivas, adolece de la anodina atonía y falta de personalidad propia de las fachadas sin vista. Todo cuerpo arquitectónico central y sobresaliente debe distinguirse por sus particulares características para así estar  a la altura  que su principal posición demanda.

Tampoco es de recibo en inmueble de tales características el empleo de carpintería de PVC en lugar de la de madera preexistente, sin embargo exigida en inmuebles domésticos. Aporto fotografía que muestra la riqueza ornamental de la puerta  de entrada al  edificio antes de las mencionadas obras de rehabilitación.



 

                                          Puerta de entrada al edificio de
                                            cuando era Instituto Laboral
 

Viendo cómo se va desarrollando la parte nueva de la ciudad y cómo lo ha hecho la antigua, para no caer en la desesperanza y en el feismo, no valen los rezos sino verdadero compromiso con nuestro destino y menor pasión política.

 

NOTA: El arquitecto autor del proyecto de Rehabilitación y Ampliación del área Panorámica, es el mismo que rehabilitó el edificio situado en la calle Calvo Sotelo de Tuy, colindante por la izquierda con el del antiguo casino. Ambas obras se ejecutaron en fechas muy próximas. Desconozco si en la contratación del proyectista del Área Panorámica, participó un destacado político de la localidad, copropietario, en aquel tiempo, del  inmueble de viviendas.



                                                  José Antonio Quiroga Quiroga
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 28 de julio de 2013

Buena gente, y mejor persona


No somos nadie, a título particular, en esta sociedad masificada. La individualidad carece de perfil y atributos al diluirse en la generalidad del gentío. Solo alcanza  representatividad social en cuanto colectivo, de consumidores, trabajadores, votantes, pensionistas, etc. Globalmente considerados solo somos gente, y únicamente aparecemos como sujetos particulares, normalmente pasivos, ante responsabilidades de orden público o de índole doméstica.

La estrategia comercial de la atención personalizada, que persigue la captación de clientes al rescatarlos pretendidamente de la simple condición de público, revela la pérdida de identidad personal de la ciudadanía, mayormente en las grandes aglomeraciones urbanas, en las que los moradores de un mismo edificio apenas se conocen entre sí. Argucias comerciales al margen, de nulo efecto reivindicativo de la persona como sujeto diferenciado, el lenguaje al uso a este respecto, el de la cultura de masas, está contribuyendo, en el plano psicológico, en el proceso de despersonalización del individuo.  Me refiero al tratamiento adocenado por genérico, rayano en la descortesía, de referenciar a una persona diciendo que es “buena gente”. Tan pobre semblanza, que pasa por alto la singularidad personal y la remite a la pluralidad indiferenciada, no tiene más valor que el de mínimo común exigible como miembro de una comunidad en relación al normal comportamiento cívico.

Creo que la tendencia a globalizar al prójimo, a desproveerlo de sus señas de identidad, es consecuencia,  además de la derivada de la general superficialidad que el apresuramiento que la vida actual conlleva, del aumento de las relaciones a distancia, propiciadas por la tecnología de la comunicación. Aunque, al tiempo y paradójicamente, redes sociales como Facebook, Twiter, etc., sirven también para lo contrario, es decir, como medios de reivindicación  y manifestación de la identidad personal.

            La expresión, buena gente, lleva implícito, a mayor impropiedad, el contrasentido gramatical de aplicar el concepto de pluralidad (gente)  a un singular (persona); si bien el alma humana admite la formulación inversa, la de pluralidad de la persona por su riqueza expresiva y de comportamiento.

No soy partidario, pues,  de emplear el modismo, buena gente, para describir el conjunto de cualidades éticas y cívicas que definen a una persona, por cutre y falto de compromiso. De ahí  la irónica coletilla que compone el  título de este escrito: buena gente, y mejor persona.

 

 

                                     José Antonio Quiroga Quiroga  

 

jueves, 18 de julio de 2013

El patronazgo del Colegio de Arquitectos


La sólida instrucción técnica y humanística  de los arquitectos no es razón de peso que  les haya permitido desenvolver su trabajo libre de gravosas y entorpecedoras tutelas protocolarias gobernadas por el Colegio que los apadrina. Tampoco el perfil artístico-creativo de la profesión, intrínsicamente autárquico, los ha eximido del pedestre vasallaje de la supervisión burocrática de los proyectos, eufemísticamente llamada “visado de calidad”, centrada en la observancia de la normativa de aplicación. La razón del mismo radica en un paternalismo tan  trasnochado e inconsistente como la preservación de la imagen del arquitecto. ¿Ante quién? Ante los técnicos municipales, compañeros al servicio de las Administraciones Locales. Preservación fallida, en cuanto que dicho “visado de calidad” es puesto en entredicho a diario por los colegas funcionarios en segundo turno de requerimiento de subsanación de deficiencias u olvidos. El doble escrutinio conlleva significativa pérdida de rendimiento, materializado en la duplicidad de trámites y consecuentes rectificaciones que comportan nuevas copias y su visado, además de dos desplazamientos a mayores a la sede colegial, algunos de 120 km, ahora opcionales gracias al visado telemático. De todos estos costosos trastornos  derivados del deficiente servicio colegial, generosamente retribuido, el Colegio, padrino de todos a efectos de exigir las tasas correspondientes, no se hace cargo. Si la última palabra la tienen los servicios municipales, ¿qué utilidad y fin tiene el visado colegial? Al respecto solo puedo decir que sobre este sistema se ha desarrollado una compleja estructura de cargos fabulosamente retribuidos al amparo de la bonanza económica que, tras su desaparición, ha puesto contra las cuerdas de la banca rota a la propia institución que, apremiada, descarga su problemática, incrementado el coste de los servicios, en el sufrido colectivo de arquitectos, acostumbrados durante muchos y duros años de aspirantes al título,  a enfrentarse y soportar  pesadas cargas de trabajo.  

No son de recibo en el siglo XXI los patronazgos, siquiera, aunque simbólico, sin desconsiderar por ello el arraigo y fuerza de los símbolos, el muy celebrado celestial de los arquitectos a cargo de la virgen en su huida a Egipto, y desaparecida ante la falta de trabajo, que evidencia la esclerosis dominante y el arrastre de rutinas arcaicas. Del Colegio solo cabe demandar información, asesoramiento, y directrices deontológicas.

 

 
                              José Antonio Quiroga Quiroga

                                 Arquitecto  colegiado 820.

sábado, 4 de mayo de 2013

Música en el Palco


 

Devenido en mueble urbano decorativo, recinto de juego de niños y ocasional tribuna protocolaria de eventos lúdico-deportivos, la recuperación del palco de la música de Tuy para su función suena a jubiloso renacimiento en esta vieja ciudad  en permanente estado de expectación de más de un renacer.

Este bello templete construido en 1897 en el cantón de Diomedes (Paseo de la Corredera), de igual dibujo y composición que el primer palco de estructura de hierro colado, de la firma Walter MacFarlam & Company de Glasgow, instalado en 1884 en el actual parque de Méndez Núñez de la Coruña, como también el de Ferrol, acogerá, experimentalmente, durante la temporada de verano, actuaciones de grupos de música moderna para recreo y placer de paseantes y de cuantos disfruten de  plaza en las terrazas aledañas. Esta encomiable iniciativa es la prolongación “outdoors” de la meritoria apuesta de invierno iniciada y realizada en solitario por los propietarios del Café Gran Manzana,  a quienes la asidua audiencia les debemos agradecido reconocimiento por semejante lujo.  Y a la que felizmente se han sumado en sociedad como patrocinadores los establecimientos Cervecería El Cielo y Café Bar Boby. Es de justicia resaltar  la altruista e inestimable labor de intermediación y selección de grupos de Gustavo Pérez González, músico vocacional conocedor de este apasionante mundo.

Qué atractivo y estimulante resulta ver el Paseo de la Corredera, dilatado eje urbanístico de remanso peatonal y lugar de encuentro, cuyo fluir placentero de gentes  semeja acompañar el pausado discurrir de las vecinas aguas del río Miño, cada vez más florido de animadas terrazas que la apertura de nuevos establecimientos hosteleros va tachonando. No cabe duda de que la novedosa oferta musical, si cuaja, y para ello es necesaria mayor colaboración de hosteleros,  proporcionará mayor  atractivo a este magnífico escenario de relación social  y contribuirá  significativamente al sostenimiento de la actividad comercial.

Tuy, además de ciudad de paso, deberá orientarse y convertirse en ciudad de acogida, de servicios, porque atesora singulares potencialidades. Entre ellas, el engrandecimiento del Paseo de la Corredera con la incorporación peatonal de la calle Calvo Sotelo una vez  tenga lugar la eternamente deseada apertura del tramo de cabecera de la calle Orense. Cuando esto suceda, la principal calle de Tuy será un  jardín comercial. De momento, y en espera de mayores acontecimientos, mi aplauso sincero a este vivificador proyecto musical.

 

                                     José Antonio Quiroga Quiroga

sábado, 20 de abril de 2013

Hipotecas y dación en pago


 

 Dado que el gobierno actual decidió socorrer con un máximo de cien mil millones de euros a las entidades financieras, dinero procedente de los  tributos de todos los españoles (veinte millones de contribuyentes) a la hacienda pública, y que no revertirá posiblemente nunca en su beneficio en forma de  infraestructuras y servicios, considero de justicia que, a efectos de intereses, y de desahucio, del total de la cuantía del crédito hipotecario a cada particular, se deduzca la cantidad en préstamo, del orden de 5.000 euros, que cada ciudadano realizó a dichas entidades a través del Tesoro Público. Al margen de la relevancia económica que tal medida pueda tener para el hipotecado, al menos tendría el valor de reconocimiento documental de la cuota de sacrifico, entre otros, que el pueblo realiza en la tarea común de salir de la crisis.

A nadie se le escapa que tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, y consecuente depreciación de la vivienda, todos los propietarios de bienes inmuebles: parcelas, solares y viviendas, inversores o no, son ahora más pobres. Sin embargo, las entidades financieras, principales impulsores y responsables de dicha burbuja por tasar dichos bienes muy por encima del máximo legal del 80% del valor real, con el consentimiento de los gobiernos habidos, no aceptan, como propietarios mayoritarios del parque de vivienda, las consecuencias negativas del mercado que ellas mismas generaron con su práctica fraudulenta de sobreprecios. Y rechazan, pues, la dación en pago, trasladando inicuamente a los hipotecados toda la carga y responsabilidad con el  agravante de que los desahuciados son gratuitos financiadores indirectos de los desalmados acreedores. De no violarse la ley hipotecaria de rebasar el valor máximo de tasación del 80 %, la dación en pago cubriría la depreciación que el estallido de la burbuja trajo consigo. La sentencia del Tribunal de Justicia Europeo sobre la ley hipotecaria española es la única esperanza de que el drama de los desahucios no alcance el nivel de tragedia nacional. Aunque una vez que se ha permitido alcanzar tal magnitud  de especulación el problema no tiene fácil salida.

 

 
                                               José Antonio Quiroga Quiroga

 

 

miércoles, 17 de abril de 2013

Dolores de cospedal

Paciente: Doctor, tengo dolores de cospedal.
Doctor: Disculpe, pero no le entiendo. ¡Podría explicarse mejor?
Paciente: Quiero decir que la sanidad pública y  el país entero está hecho un cospedal, y mi salud se resiente gravemente por ello.
Doctor: Perdone, pero sigo sin entender nada.
Paciente: Me explicaré: Cierto que cospedal es palabra que no recoge el diccionario; pero se dan razones de peso como para que la RAE la incorpore, ya que si "Cospe" significa: Cada uno de los cortes de hacha que se hacen a trechos en una pieza gruesa de madera, para facilitar su desbaste, "Cospedal" debería significar: El estado de desbaste o menoscabo en que queda algo o una cosa después de sufrir muchos y serios recortes.
Doctor: Ah, ya caigo.
Paciente: Pues yo estoy que no me levanto, doctor.


                                                       José Antonio Quiroga Quiroga

sábado, 13 de abril de 2013

Partida entre pringados


A la vista del burdo y obsceno juego de réplica y contrarréplica que se traen los dos partidos que alternan o se turnan en el gobierno, diríase que no representan a nadie más que a ellos  mismos. Basta con ver como el partido en el poder, ante  acusaciones sobre prácticas supuestamente irregulares, o simplemente desafortunadas, planteadas por el principal partido de la oposición, responde sistemáticamente devolviéndoselas al interpelante, sin mediar explicación o justificación alguna, con el antidemocrático ánimo de acallarle alegando falta de autoridad moral para exigir responsabilidades por haber cometido con anterioridad los mismos pecados. Y como éste, acomplejado, flaquea y opta por no contraatacar para no remover más las cosas, quedando así la ciudadanía huérfana de toda aclaración salvo la certeza de asistir a un espectáculo bochornoso en el que el nivel de legitimación de la actuación gubernamental se establece, a la baja, por comparación con el peor de los registros del partido rival.

Las explicaciones, cuando se rinden, no se deben dirigir, en exclusiva, a la  persona o partido que las pide en cuanto organización política, sino, en primera instancia, a quienes representa y, por extensión, a quienes se las debe:  a los votantes del propio partido  y a toda la nación que está bajo su gobierno. Cabría esperar, por tanto, que el parlamentario noqueado por el propio bumerán, desembarazándose del lastre del pasado, reaccionase diciendo que sus culpas y las del partido ya fueron expiadas al haber sido desalojados del poder, y exigiese las pertinentes en nombre de la ciudadanía. Pero a tal ejercicio de honestidad y franqueza  parece que ningún partido está dispuesto a someterse temeroso de quedarse con el sambenito.

A nadie puede extrañarle, pues, el desplome en intención de voto que sufren actualmente  los dos grandes partidos que han gobernado España en los últimos treinta años. Quienes tomando como referentes patrones de conducta, errónea o ilícita,  seguidos por sus  predecesores, y los repiten, les aguardan dos destinos: el pelotón de los torpes en la bancada de la oposición, o la cárcel.

 

 
                                                   José Antonio Quiroga Quiroga

martes, 9 de abril de 2013

El día grande de San Telmo en Tuy


Dos discordancias de orden formal y protocolario distorsionan el remate de las fiestas patronales de Tuy: el despliegue de bayonetas alrededor de la imagen del patrón de los navegantes, enarboladas por un pelotón de La Comandancia de Marina Cabo Fradera; y el ordinario y nada solemne broche verbenero después de la procesión del santo-beato.

1ª.- No está fuera de lugar que los marinos, como hombres del mar, aunque de carácter bélico, se acojan a la protección de San Telmo,  a mayores de que tengan a la Virgen del Carmen por patrona, a pesar de que la intervención milagrosa del santo-beato tenía como únicos destinatarios a los marineros pescadores y marina mercante, en principio de la costa atlántica gallega, tras conocer el pavoroso desamparo que padecían en sus respectivas faenas. Pero entiendo que si lo está el que unos marinos, fuera del contexto de recogimiento místico, le escolten en la procesión armados de fusiles rematados con desnudas e hirientes  bayonetas. ¿Qué sentido y significado tiene esta escenografía marcial?  ¿Acaso el santo necesita protección y en contraprestación entienden que deben proporcionársela con armas? ¿Protección de qué y de quién? ¿Y hasta el punto de llegar al cuerpo a cuerpo si fuese preciso? Si lo que pretenden es demostrar devoción basta con que asistan uniformados a la procesión, al margen de que las instituciones civiles  estén obligadas constitucionalmente a mostrar neutralidad confesional, si bien, en descargo de actitudes y costumbres, los patronazgos religiosos en España, por su absoluta implantación geográfica y arraigo merecen capítulo aparte.

2ª.- Después de más de una semana de festejos de carácter lúdico, que incluye tres jornadas con verbena, el lunes de San Telmo, el día grande por excelencia, debería estar dedicado preferentemente al santo patrono en la vertiente religiosa. Si no en su totalidad, si al menos la tarde-noche del mismo. La procesión y los  fuegos de artificio, alegoría jubilosa del fuego salvador de San Telmo, deben ser el único remate posible. El patrón de Tuy, al igual que la máxima autoridad en todo acto solemne, debe tener la última palabra; y con ella en el corazón marcharán los tudenses reconfortados hacia sus hogares. Concedérsela a una orquesta ruidosa en forzadas horas de vigilia  cuando se tiene que ir a trabajar a la mañana siguiente es una vulgaridad y un disparate inadmisible desde los puntos de vista, formal, protocolario y de sentido común. Incluso económico. Tampoco es coherente y apropiado que por la tarde y hasta minutos antes de la procesión, tiempo de expectación e inmersión espiritual, la barahúnda de una orquesta perturbe la disposición anímica del inmenso gentío que acude a verla. ¿A qué clase de baile emocional, del festivo al religioso y vuelta final al festivo, nos somete esta obtusa e insensible programación?. El santo patrono creo que merece medio día de dedicación del total de nueve de expansión y “troula”.

 

                                                          José Antonio Quiroga Quiroga

 

 

 

sábado, 23 de marzo de 2013

Tuy versus Tui


 

A raíz del escrito reivindicativo, un tanto redundante, “Soy de Tuy, con y griega” de Juan Manuel Valcarcel, y de la consulta a la Real Academia Española (RAE), realizada por Gustavo Pérez González, para saber cómo se escribe en castellano el topónimo actual de Tui, se desencadenó un debate acerca de cuál de las dos denominaciones debe prevalecer, en el que los defensores de la denominación con “i” latina, se manifestaron cuales búfalos en embestida.

Considero que el controvertido tema ofrece varios frentes argumentales, y que como el carácter intangible del objeto de discusión no permite cuantificar el valor de cada opinión para dilucidar cuál tiene más peso para imponerse, todo se reduce a la aceptación de los convencionalismos dictados por el criterio político de las respectivas Administraciones Autonómicas y el criterio académico de la RAE en materia de lengua; todo ello sin menoscabo de la libertad individual de optar por cualquier opción. Sin embargo, quiero aportar mi punto de vista sobre ciertos argumentos expresados en el desarrollo de la polémica.

Los defensores del topónimo con “y” griega se basan, fundamentalmente, en la leyenda de que la ciudad fue fundada por un héroe superviviente de la guerra de Troya. Este punto de apoyo es rechazado de plano por fantasioso en ausencia de todo vestigio documental y arqueológico que lo respalde. Dado que el concepto de leyenda admite a la vez caracteres de verdad no demostrada, y  de simple quimera, no se puede asegurar que tal leyenda sea absolutamente infundada solo porque hasta el presente no se hayan encontrado pruebas demostrativas. A este respecto conviene  aportar, como definitoria, la cuarta acepción  de leyenda del diccionario: “Relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”. Es decir, que las leyendas nacen y se construyen a partir de algún suceso real o supuestamente real pero que la transmisión oral deforma y engorda con el transcurrir del tiempo. En todo caso, cuando las leyendas, fundadas o no, se mantienen en el tiempo y arraigan, toman carta de naturaleza y se incorporan con fuerza en la memoria colectiva  convertidas en tradición o cultura particular. Ejemplo paradigmático son los dogmas y patrañas de todos los credos religiosos elevadas a categoría de verdades indiscutibles, ante las cuales masas ingentes se inclinan y defienden con ardor. Leyenda es la sepultura de Santiago Apostol en Compostela, y grandes beneficios espirituales y económicos le reporta a la ciudad. De ahí que considero respetable la defensa de la “y” griega para el topónimo de nuestra ciudad.

Participo de la idea de que un mismo topónimo se escriba de diferente manera en función de la lengua en el que sea expresado, así lo ratifica la RAE  cuando se pronuncia sobre cómo escribir Tuy en castellano, y de la época a la que se remite la denominación de la localidad. Me parece una cursilería gratuita defender que en castellano se deba escribir y pronunciar los nombres de ciudades de otros países con los caracteres y fonética del idioma correspondiente; por ejemplo, Milano en lugar de Milán; London en vez de Londres; Edembra, por Edimburgh. Respecto al modo de escribir el nombre de una ciudad cuando se hace referencia a ella en épocas y contextos anteriores, tengo claro que el topónimo que corresponde es el que se usaba en ese tiempo. No concibo un libro de historia en la que el autor, relatando episodios de la antiguo imperio romano, se refiera, p.e., a la actual ciudad de Tarragona con la denominación contemporánea y no como Tarraco. Por tal razón considero absolutamente acertada la decisión de los creadores de la página web, “Fotos antiguas de Tui” de adoptar la forma escrita de “Tuy” por que tal expresión gráfica está en sintonía formal y ambiental con las fotos de época, además de corresponder al contexto temporal, académico y de ambientación de dichas instantáneas.

Es cierto que por ese quítame allá esa paja de una “i” latina o “y” griega “no se cae ninguna teja de la historia”, pero quien así se ha pronunciado se le fue la azotea y montó en cólera contra el ministerio de Fomento por rotular “Túi” con tilde en dos señalizaciones de la autovía  de Las Rías Bajas, creo que a la altura, aproximadamente, de Puenteareas, mostrando su airado rechazo a través de un escrito en Faro de Vigo, acompañado de sendas fotografías. Y esta misma persona, que repudia la leyenda del origen griego de Tuy, emprendió un viaje a caballo, papiro en mano, desde Braga a Santiago, para abrazar a una leyenda. Sin ser experto en lingüística, ni nada que se aproxime a ello, creo que los nombres propios no están necesariamente sujetos a las reglas ortográficas, y por ello no parece fundamentado asegurar que la palabra “Tuy” necesita de tilde. La RAE, en contestación a la pregunta formulada por Gustavo Pérez González, escribe Tuy  sin tilde.

Para bien, o no tan bien, todo está sujeto a los cambios que la evolución de los tiempos conlleva, y los topónimos no están libres de ellos. A la ley, en este caso, de Normalización Lingüística, le cabe la facultad sancionadora, pero dicha facultad no siempre dispone del aval de la legitimidad, moral o cultural. Ciertos topónimos, por genuinos, antigüedad y fuerza expresiva son considerados patrimonio cultural inmaterial y, por ello, deben ser respetados en toda su integridad formal. Que el topónimo “Tuy” reúna o no valores suficientes para ser considerado patrimonio cultural y que esta expresión gráfica sea preservada, es labor que corresponde a expertos. Por mi parte, quiero manifestar que entiendo y respeto la invocación a razones sentimentales, de permanencia y arraigo en el tiempo, de costumbre, si no históricas, y de apelación a la leyenda para reclamar la restitución de la “y” griega en el topónimo de nuestra ciudad/municipio; como también respeto y acato la modificación por imperativos de la Normalización Lingüística cuando tenga que expresarme en la lengua autóctona. Sin embargo, reconozco que, quizá por las circunstancias expresadas, pero también porque creo percibir mayor poder identitario  y capacidad de evocación y conexión histórica con nuestro origen, verdadero o falso, pero palpitante,  y milenario pasado, me gusta más Tuy,  además de que su escritura posee mayor entidad y mejor remate gráfico que el escurrido Tui. Como si esta merma gráfica fuese el exponente premonitorio de todas las pérdidas patrimoniales y administrativas que esta ciudad lleva padeciendo.

Nota: Se reconocen dos tipos de toponimia que explican la distinta manera de escribir y pronunciar los nombres de localidades con lengua distinta: Toponimia mayor y Toponimia menor. La primera es la que se traduce a otras lenguas dada la importancia e internacionalidad del lugar: p.e. se dice Nueva York y no New  York, o Ginebra y no Genève; la segunda, por carecer de la trascendencia de la primera suele permanecer, en general, en su propio idioma.
 

 

 

 

                                      José Antonio Quiroga Quiroga

viernes, 8 de marzo de 2013

Sobre la trascendencia de hablar "desde"


 

Hablar “desde” ciertas regiones del espíritu es norma generalizada hoy día para tratar de ser más creíbles y convincentes. Ya no se habla con más o menos rigor, con más o menos humildad, con más o menos dolor, etc., sino, incontestablemente,  desde el rigor, desde la humildad, desde el dolor, etc. A tal fin, las facultades del alma, entendimiento, voluntad y memoria,  elevadas a categoría de absolutos, han devenido en parajes virtuales a los que el manifestante se traslada para, poseído y transmutado por el espíritu del lugar, dirigirse al interlocutor  armado de toda autoridad y razón.

Si alguien osa decir que habla “desde” la poesía, en lugar de manifestar que habla de poesía, o con sentido y voluntad poética, tendremos que aceptar, pues, que todo cuanto sale de su boquita es pura poesía. Cuando oigo decir a los políticos, en raptos de sinceridad escenográfica,  sobre todo en estos momentos de corrupción galopante, que hablan “desde” la transparencia, me causa cierta gracia al imaginarlos en público con todas sus íntimas vergüenzas al aire.

Resultan chocantes, por evocadores de reminiscencias de clandestinidad, los encabezamientos de los comunicados de los partidos políticos, especialmente si pertenecen a la oposición y  son de carácter reivindicativo, cuando se formulan, que es casi siempre, “desde” tal o cual agrupación en particular, en vez de emitirse sencillamente en nombre del mismo,  pues parece que asumiesen  que se encuentran en una trinchera desde la que  lanzar  todo tipo de propuestas como quien lanza cargas de profundidad.

Salvo por razones de localización geográfica o temporal, el lugar desde donde se realiza una locución nada importa por ajeno a la esencia del discurso. La importancia de lo qué se habla, al margen el relieve del manifestante, reside, fundamentalmente, en lo qué  se dice y, en menor medida,  en cómo y bajo qué circunstancias.

Carece, pues, de lógica la  recurrencia itinerante al travestismo emocional y cualitativo  de hablar “desde” ilocalizables dimensiones del alma, o “desde” lugares virtuales del espíritu. Entiendo que lo adecuado es hablar  con la propiedad que cabe y con la que uno es capaz en cada caso.

 

 

 

                                   José Antonio Quiroga Quiroga
          
 

lunes, 18 de febrero de 2013

Al suplantador de Archibald Dickson


La adopción como imagen corporativa de determinadas figuras consagradas, celestiales o terrenales, para acogerse a los beneficios de su patrocinio, no certifica su legitimidad por inveterada que sea esta costumbre y por muy loable que sea el cometido de la entidad que la hace suya. No solo por su carácter intransferible, sino, porque difícilmente, imposible puertas de cielo adentro, una organización social podrá equipararse y estar a la altura de su valedor. Aunque se alegue que se hace en honor y a mayor gloria de la dignidad escogida, es innegable que existe cierta apropiación representativa de sus atributos, y todo a lo que puede aspirar es a deteriorarla. Lo correcto es que cada entidad diseñe y cree su propia marca o emblema.

La legalidad del uso de dichas imágenes solo cabe exigirla cuando corresponden a personas, pues al cielo no se suele pedir permiso; y se obtiene con la autorización del ilustre, si vive, o con la de sus deudos.

Es muy común, y legítimo, el uso de personajes ficticios en Facebook,  motivos al margen, para expresar opinión o suscitar debate. Sin embargo, no es legítimo ni legal suplantar a nadie, y menos, si cabe, a personas honorables o ilustres, cualesquiera que sean los fines, pero menos si son mezquinos. Un habitual de Facebook, que se asoma a esa ventana con distintas caracterizaciones, unas veces encarnado en un personaje de oriente medio llamado, Alí Ben Teupai, versión gnomo-“trasno” del real, otras, como natural de Tui, bajo la denominación de, Un Mais de Tui, ha tenido la infantil, imprudente y malévola ocurrencia de hacerse pasar por Archibald Dickson, cual niño que se disfraza de Spiderman o se pone la camiseta de su ídolo para sentirse importante e impresionar, en vano intento de no ser identificado y con el único propósito de causarme daño. Archibald Dickson, capitán de la marina mercante inglesa, muerto en 1939  en el Mar del Norte al ser torpedeado el barco en el que viajaba por un submarino alemán, fue el protagonista de un hecho heroico-humanitario durante la guerra civil española. Archibald incumplió sus obligaciones hacia la naviera para la que trabajaba al abandonar en el puerto de Alicante la mercancía a transportar a Orán, y embarcar a 2.638 personas, de entre varios miles, que huían de las tropas de Franco, corriendo varios y graves riesgos.

Al maestro enmascarado, natural de un pueblo de Orense, que imparte clases a niños en la parroquia de Randufe de Tui, no le bastaba con ejercer de impostor para no ser descubierto, sino que tuvo que recurrir a la mentira sugiriendo que era de Málaga, pasar por monolingüe, castellanohablante, y mostrar vivos anhelos por ser maestro. Pero su torpeza le delató. Este personaje de varias caras, utilizó una de ellas  no para redimir a una compañera de aulas atacando a, un ¿amigo? que había  censurado  que ella se burlase de sus alumnos del rural por emplear palabras híbridas debido al bilingüismo en el que crecen. No, en absoluto, pues se desinteresó totalmente del motivo de la disputa. Con el extraño pretexto de, “puestos a hablar,” buscó la incorrección ortográfica de mis espontáneas y apresuradas líneas, no para quitarme razón, sino para degradarme. Pero resulta que fue a por lana y salió trasquilado. Sus sesudos y meditados párrafos adolecían de fallos ortográficos y de sintaxis, que un diccionario no resuelve. Tan solo necesitaba tomar revancha por haber hecho yo un comentario en uno de sus “posts” sobre la insustancialidad intelectual de su jefe político Rafael Cuiña Aparicio, que me borró de su lista de amigos por incómodo. Entiendo esta actitud en quien  abandonó por despecho el BNG, tras ser desalojado de la cabeza de la candidatura a las elecciones locales, a la que se había aupado, en alarde democrático tras muy, pero que muy “petit comité”, y se pasó luego al nuevo partido, Compromiso por Galicia.  Entiendo su reacción porque yo solo puedo ofrecerle charla de bar, y Rafita promoción política. Que es su verdadera vocación. No hay más que ver cuán volcada tiene su atención en Facebook, imagino que en detrimento de la calidad de sus clases, como correo a destajo de noticias y chistes de carácter político, pues  opinión propia prácticamente ninguna. Abandone, pues, declaradamente el magisterio y dedíquese a la política. En ese campo suelen tener fortuna los mediocres y ruines, aunque, menos mal, no solo éstos. De la cohorte corporativa de gallináceas y gallináceos que con abstrusos cacareos y ruidos jaleaban sus patéticas sentencias, solo cabe decir, ¡qué lastimoso cuerpo docente sufren los pobrecitos parvulitos!. A la Lama con todos ellas y ellos.

 

                                   José Antonio Quiroga Quiroga